El pasado 15 de noviembre se celebró el Día Mundial sin Alcohol. Es una fecha establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el claro objetivo de concienciar a las personas de todo el mundo sobre los daños físicos y psicológicos que produce el consumo de este tipo de sustancias en nuestro organismo.
Algunos estudios demuestran que pequeñas cantidades de alcohol aumentan el riesgo de padecer algunos de los cánceres más frecuentes en la población general como colon, esófago o mama, aunque esas mismas cantidades puedan reducir el riesgo de infarto o diabetes. De acuerdo con la mayoría de los estudios científicos independientes, hoy en día se puede asegurar con rotundidad que el alcohol no forma parte de una alimentación saludable. El alcohol es, además, responsable de notables perjuicios sociales, mentales y emocionales, que conducen a enormes costes para la sociedad. Los estudios más recientes concluyen que el consumo de alcohol parece proporcionar entre poca y ninguna protección contra la mortalidad en la mayoría de los grupos por sexo y edad por lo que el balance del consumo de alcohol es netamente negativo para la salud de las personas.
Se calcula que 3 de cada 1000 pacientes atendidos en consultas de médicos y médicas de familia son dependientes del alcohol y uno de cada 20 hace un consumo de riesgo o perjudicial. Ante la cuestión de cuánto alcohol es mucho, la semFYC promueve desde hace dos años un test para analizar si las bebidas alcohólicas que se ingieren suponen un riesgo para la salud de los consumidores. La tarea fundamental del médico de familia “es identificar precozmente” a los pacientes que hacen un consumo de riesgo de alcohol para evitar los efectos nocivos en la salud de su consumo y evitar que desarrollen una dependencia.
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Etiquetas: alcohol, detección precoz
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